VII
"Ella dijo que esperaría todo el tiempo que fuese necesario, que la conversación que mantuvieron en el coche después de aquella cena, cuando le confesó que había mentido, fue como una puerta que se abrió durante un instante para luego volver a cerrarse, pero por lo menos ella quedó sabiendo que lo que los separaba era sólo una puerta, no un muro. Él no respondió, se limitó a afirmar con la cabeza, mientras pensaba que el peor de todos los muros es una puerta de la que nunca se ha tenido la llave, y él no sabe dónde encontrarla, ni siquiera sabe si la llave existe."
José Saramago, El hombre duplicado