LAS PISCINAS DE HOCKNEY

Si la casa es una máquina para vivir para Le Corbu entonces la piscina es la máquina del placer edonista. Y ningún artista ha sabido capturar la emoción del chapuzón rápido o sin prisas mejor que David Hockney.

Hockney es un tío guay. El otro día mientras hojeaba una revista buscando la inspiración divina o que me bajara el espíritu santo me apareció una foto de su piscina riñón. La piscina de David Hockney. Puede que os preguntéis qué tiene de especial una piscina. Pero sí, ¿a caso hay algo más falso y encantador al mismo tiempo que una piscina? ¿ a caso hay algo que pueda ofrecernos más oportunidades para la abstracción?
Un trocito de mar, un trocito de cielo profundo a nuestra disposición, un lugar repleto de reflejos ondulantes y donde se dan los chapuzones acompañados de los splash más inmediatos.

Hockney se para a observar las piscinas, a ver las sombras que proyecta el agua sobre sus fondos y entonces crea su piscina con reflejos pintados. Ya en sus series de mediados de los sesenta sobre piscinas de Los Ángeles pinta los cuerpos esculpidos de los hombres que deseaba en los escenarios, y de fondo aparece esa arquitectura en monótonos planos pastel y las irresistibles palmeras tan de aquel ambiente del modernismo californiano.

Os dejo con alguna de su obra. 
Ya empiezan a dar ganas de hacer un gran:
SPLAAAAAAAAAAAAASHHHHHHHH!!!


“El problema general de pintar el agua, de encontrar un modo de hacerlo, era el desafío. Es un problema formal realmente interesante, además de como tema, porque el agua puede ser cualquier cosa, cualquier color, es cambiable, no tiene una descripción visual dada.”


 



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